27 de diciembre de 2013

Te estás yendo a pedazos muy grandes.


Probablemente soy tan aprehensiva y tan celosa con mis recuerdos, porque me aterra el momento en que olvido como habla alguien a quién amé muchísimo. Como si algo tangible mío se fuera con eso. Ya me ha pasado varias veces, y creo que ya se ven los vacíos que me dejan, juro que ya se me nota en la cara o en las manos, o en los ojos. Y me da mucha vergüenza. Tal vez si fuera igual de hipócrita saldría ganando estas cosas alguna vez.

Ya no vuelvas, por favor.




Brainstorm #2


Puta madre, de esas veces que las letras se atoran en la punta de los dedos. Me urge saber hacia donde estoy cavando, que si bien hay muchas cosas que han valido la pena, hay otras mil sin las que no he aprendido a vivir. ¿Qué estoy haciendo mal?

Estás esperando a que venga y te salve. Nada es real, nunca lo fue. 

19 de diciembre de 2013

...de mi manera nefasta de sermonear.

Espero que encuentres pronto los huevos que solías tener.

"Debemos contener, con mano firme, el propio corazón: pues, si le dejamos ir, qué pronto se nos va la cabeza."

17 de diciembre de 2013

¿Está mal que todos los cuerpos me recuerden al tuyo? ¿O que quiera encontrar una similitud contigo en cada hueso que veo tratar de romper la piel de alguien más? Todas las caderas me recuerdan a la tuya, todas las piernas y sobretodo las vértebras; les tengo un altar a cada una de ellas. Estás en cada ser humano al que veo, y no hay uno solo que se parezca en lo más mínimo a ti.
Jamás me hubiera imaginado que eras mi tipo,  no tenía la menor idea hasta que te vi, así, como mandada a hacer. Nunca me había pasado, que a veces cuando te volteo a ver, no soporto sostener la mirada, me da miedo lo bonita que estás y que veas la cara de idiota que pongo cuando no entiendo algo. Espero y nunca se me olvide la importancia de tener este privilegio de poder verte y tocarte, y más tocarte que verte, porque las manos para mí son indispensables pero los ojos contigo todavía son un lujo que tengo que aprender a controlar.

10 de diciembre de 2013

La sangre no siempre es espesa

Quiero ser lo más honesta que puedo conmigo; no hay otra manera en la que se pueda llegar a hacer lo que busco, pero hay cosas para las cuales no puedo articular palabra, situaciones que todavía tocan uno de los nervios más sensibles que tengo. No estoy lista para muchas cosas, pero son mucho más grandes las ganas de terminar de sentir esto y no volver a llorale en mi vida. 
Me cuesta mucho trabajo desearte algo bueno, porque me cuesta mucho más entender por qué me odias tanto. Duele muchísimo y mi naturaleza es querer que te sientas igual. Racionalmente yo sé que las cosas no funcionan así.  Yo sé que ya no importa, ya todos estamos en dónde queremos, pero lo que pasa es que se me parte el alma, que a pesar de todo lo malo que me dices, de toda la mierda que sale de tu boca hacia mí, te quiero como cuando tú también lo hacías. No lo puedo evitar. Se me hace muy injusto de la parte irracional de mi cabeza, que en realidad no tengo ganas de odiarte y es una pelea constante porque ahora solo tengo recuerdos que valen la pena de lo que fue y jamás quiero volver a hablarte, me rehusó a que también te lleves eso que me queda de ti. 
Tengo tantas gana de verte llorar, para que entiendas lo que se siente querer a alguien así. Pero así no pasan las cosas, y yo solo quiero lo de siempre: la madurez de dejar de ir lo que no es mío y que me hace muy mal.