10 de diciembre de 2013

La sangre no siempre es espesa

Quiero ser lo más honesta que puedo conmigo; no hay otra manera en la que se pueda llegar a hacer lo que busco, pero hay cosas para las cuales no puedo articular palabra, situaciones que todavía tocan uno de los nervios más sensibles que tengo. No estoy lista para muchas cosas, pero son mucho más grandes las ganas de terminar de sentir esto y no volver a llorale en mi vida. 
Me cuesta mucho trabajo desearte algo bueno, porque me cuesta mucho más entender por qué me odias tanto. Duele muchísimo y mi naturaleza es querer que te sientas igual. Racionalmente yo sé que las cosas no funcionan así.  Yo sé que ya no importa, ya todos estamos en dónde queremos, pero lo que pasa es que se me parte el alma, que a pesar de todo lo malo que me dices, de toda la mierda que sale de tu boca hacia mí, te quiero como cuando tú también lo hacías. No lo puedo evitar. Se me hace muy injusto de la parte irracional de mi cabeza, que en realidad no tengo ganas de odiarte y es una pelea constante porque ahora solo tengo recuerdos que valen la pena de lo que fue y jamás quiero volver a hablarte, me rehusó a que también te lleves eso que me queda de ti. 
Tengo tantas gana de verte llorar, para que entiendas lo que se siente querer a alguien así. Pero así no pasan las cosas, y yo solo quiero lo de siempre: la madurez de dejar de ir lo que no es mío y que me hace muy mal.

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