12 de abril de 2019

Crónicas de un sistema límbico descompuesto/equidad de género.


No tenía nada qué ver contigo, con tu mente.
Le tenías miedo, como niña asustada me apretabas la mano y a veces me la querías arrancar.
Golpeando la puerta del baño me escuchabas llorar y más fuerte gritabas: "Estoy cansada de escucharte hacerte la víctima."
Qué terror me dabas. Qué terror debiste de haber tenido.
Nada tenía que ver conmigo, con mi mente.
Me tenías miedo, como niña asustada me empujaste a una pared y la esquina del mármol que me abrió el cráneo también me rompió el corazón.
"Perdóname" me llorabas con el piso lleno de sangre, "qué bueno que no hay nadie en la casa, por favor párate."
Nunca me habían suturado en mi vida,  me reí con el doctor, "yo te conozco, ¿qué te pasó?"
"Me caí en barrio."
Nos subimos al carro: "No llenas, ¿verdad?" 
Mi cuero cabelludo fue lo único que eventualmente sanó.