14 de noviembre de 2008

Moi je m'appelle Lolita

Fue extraño -entre el sueño y dentro del mismo persistía un estupor etílico-. Tenía miedo, estaba fuera de mí; semi-consciente, inmóvil. Estaba él, menos frágil que de costumbre, menos todo lo que ahora es. Los dos hechos pedazos: él dentro de mí. Yo no lo veía, frente a la pared mi cabeza la raspaba el texturizado; una y otra y otra y otra vez. Cada vez más rápido, cada vez más triste. Hacía todo lo que yo no le pedía, exactamente lo contrario y exactamente peor. De vez en vez ponía su mano frente a mi boca y la apretaba tanto que no podía respirar; me rendía más inmóvil todavía. No sé que quería de mí; tan enojado casi histérico. Podía sentir el sudor, sabía que no era mío porque de mí sólo expedían lagrimas. Era una necesidad de poder inminente, poco tenía que ver el sexo. Esto no se acercaba a coger, menos a hacer el amor; más que violación era un castigo, redención. Duró lo que duran mis sueños, y yo sabía que estaba soñando. Aún así sentía y olía y juraba que gritaba.
En la mañana me levanté pálida y revisando mi cama. Buscando primero a alguien que estuviera a mi lado y así entender y patalear y reclamar, pero no encontré a nadie.
Después busqué alguna mancha, lo que sea; claridad. Pero nada.
Así que reforcé en mi cabeza la idea principal, nada pasó, fue un sueño.