23 de mayo de 2014

19 de mayo de 2014

Sobre los últimos meses que pasé contigo.


Hace dos días terminé de ver la segunda mitad de la película Nymphomaniac de Lars, y aunque lo que me partió la madre no tiene absolutamente nada que ver con la calidad de la misma, me siento obligada a decir que es muy buena. Dejando eso de lado, hay una parte que sí tiene que ver con el hecho de que estoy sentada a la 1:26 de la mañana aquí. Tiene todo que ver, de hecho. El final; los últimos tres minutos de una película de más de cinco horas llenas de patologías emocionales y sexuales, las cuales no generaron una sola reacción en mí, me dejaron con el corazón en el boca. En realidad no sé si alguien lee esto, y eso es lo de menos, pero no me gustaría que por equivocación o lo que sea, los ojitos de alguien que no haya visto esa película terminaran aquí y arruinársela. Igual voy a tomar el riesgo porque la probabilidad de que eso pase es muy remota haha. No sé si pueda recrear la atmósfera de la última escena, pero si pudieran imaginarse a una mujer extremadamente cansada de la vida, de las personas y de ella misma, llegando a lo que era por primera vez un hogar, un descanso, con el primer hombre que se convirtió en su amigo, sin prejuicios, sin distinción de género, de edad ni de educación, un respiro en la espiral caótica que solo el sexo y sus sentimentalismos y la falta de los mismos puede causar. El primer destello de credibilidad que la humanidad le mostró después de tantos años de escepticismo adaptativo, y, ¿qué pasa después?
Ella está acostada en la cama de un hombre que la rescata en la calle después de su accidente. La cuida, y escucha durante toda la noche la historia de cómo llegó ahí. En los primeros tres minutos que empiza a hablar es más que evidente su ninfomanía, para la mitad del relato él le confiesa que es asexual y que no tiene interés alguno en la interacción fisiológica con otro ser humano, y después de forjar una empatía casi intelectual con ella, la deja dormir, segura, en su cama y se va del cuarto. En esos últimos tres minutos de película, él vuelve, sin pantalones y con un interés sexual, no por lujuria, sino por curiosidad y con una actitud como si ella le debiera algo por haberla ayudado. Y me volví a acordar de ti. Solo que a diferencia de mí, ella lo mató. A veces me pregunto por qué te sigo recordando tanto y ,sobretodo, ¿por qué te extraño tanto cuando sé que solo querías que te devolviera el favor por el tiempo invertido? Deberías tener más cuidado en la manera en la que pides las cosas, porque puede que excedan tus expectativas.



9 de mayo de 2014

Hasta parece que me gusta extrañarte. ¿En dónde andarás, cabrón?