3 de septiembre de 2012

Las libélulas jamás en depresión.


Todo queda concentrado en las formas, creo que tengo un problema con las líneas, la simetría y la manera en que las relaciono con el cuerpo humano. Cuando vi "Una Habitación en Roma" eso fue lo que hizo que sintiera como si me arrancaran un brazo; las tomas que seguían el contorno de la cadera, la forma de su cuerpo, casi podía sentir los poros de la piel y si me concentraba lo suficiente podía olerla, cuando cerraba los ojos para limpiarme las lágrimas, llegó un momento en que confundí mi tacto con el suyo. La temática emocional estaba demás, pocas veces me tomé la molestia de leer los subtítulos; pero la manera de pronunciar el ruso y hasta el mismo español, eran palabras reconstituidas de la vida misma. No necesité entender nada para sentir que yo misma pude haber abierto la boca igual. Por otro lado, sentí que mi situación es únicamente una extensión de un problema mucho más viejo que yo. Puede que no tenga nada de especial, o puede que precisamente esté formando parte del problema existencial y contranatural, el cuál paradójicamente forma parte de la extensa naturaleza fisiológica de la complejidad femenina.
Quién sabe. Pero en verdad sentí que dejé un pedazo de mí en esa sala de la cineteca.



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