25 de abril de 2012


Cuando te escuché decirme que te la habías cogido, te juro que mis latidos no se alteraron en lo absoluto. No sentí ese dolor entre la tráquea y el estómago, mi pulso estaba completamente normal. No sentí nada. Creo que te acabaste la reserva del pedazo de corazón que tenía para ti.
Pero por otro lado, ¿cómo es que te ofendes cuando tienes la lengua metida en la garganta de alguien más?
No quiero a mis amigas contándome qué se siente. No las quiero preguntándome si era igual.
Claro que no va a ser igual. Nunca vas a volver a sentir lo mismo. Pero sigue tratando de buscarme, no creo que pierdas nada. 

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