21 de agosto de 2012

N°1


Ya he fantaseado con eso muchas veces, las paredes blancas, perfectas. A pesar de los muchos otros detalles que complementan esa escena, me gusta pensar en el blanco, siento que eso es lo que espero; más que eso, siento que eso es lo que me deben. Como si pudiera considerar el acto como un sacrificio por algo más grande que la situación en sí. Desafortunadamente no puedo hablar de algo que no conozco y tampoco nadie me debe nada. Ni siquiera he visto paredes como las que imagino. Pero ese cuarto, los espacios, el piso frío - el blanco no tiene tanta voluntad y de rodillas se vuelve rojo. Todos nos ablandamos ante la manera de arrebatar que tiene la naturaleza personal, o todavía no sé si es la falta de ella. El blanco se vuelve más fuerte, pero tampoco sé si transmutaremos en algo más débil.



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